Acabo de despertar y estoy en un bosque bastante tétrico, el bosque inspira temor y tristeza. Es un bosque muy oscuro y lúgubre; los árboles retorcidos y secos crujen con el viento, y sus gruesas raíces asoman por la tierra. Hay un ambiente aterrador en ese lugar, solo se oye el silbido del viento y el crujir de las hojas secas bajo mis pies. La noche es oscura y fria, la luna esta llena y el cielo despejado, pero no se ve ninguna estrella.
Comienzo a adentrarme en el bosque, estoy solo, perdido, triste y asustado. Noto como el aire frío llega a mis pulmones, para después expulsarlo por la boca, formando una pequeña nube de vaho. No se exactamente adonde voy o adonde me llevara el bosque, simplemente camino. Mi miedo y mi tristeza van aumentando conforme me adentro en el bosque. Escucho algo detrás de mi, asi que me giro para ver que es.
Lo que veo es la silueta de un hombre, está de pie sujetando un pequeño farol que emite una tenue luz, no logro ver su rostro, solo su silueta. La presencia de ese hombre me inspira un gran terror, y sin dudarlo, me adentro corriendo en el bosque para huir del desconocido.
Corro con todas mis fuerzas, saltando las raíces y esquivando árboles, pero todo es en vano. Cada vez que miro hacia atrás, él sigue ahí, caminando lentamente hacia mí. Esta oscuro y apenas puedo ver bien. De repente, tropiezo con una raíz y caigo al suelo. Me giro en el suelo para poder ver lo que hay a mi espalda, y allí esta el, acercándose lentamente. Reculo a rastras sin perder de vista al desconocido, pero me choco con un árbol que me corta el paso.
Estoy acorralado, y el desconocido está cada vez mas cerca. Cuando el desconocido está enfrente de mí, se agacha hasta poner su cara a la misma altura que la mía. Levanta lentamente su farol. La tenue luz del farol salpicaba poco a poco su cara, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que: el desconocido, que me inspiraba tanto temor y perseguía por el lúgubre bosque, era yo.
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